Una actividad realizada en el tema seis ha sido escribir un cuento a partir de uno de los tres temas ofrecidos. Vuestros cuentos han estado a un excelente nivel. A continuación os presento los que me han parecido más completos, tanto en su redacción y estructura como en su argumento.
"JORGE Y SU ESPEJO"
Había una vez un niño que vivía en Málaga. Una soleada mañana el niño que se llamaba Jorge fue a mirarse al espejo y su reflejo le dijo:
- Jorge ve al parque del Oeste a las cuatro en punto –Jorge se quedó muy sorprendido pero asintió- después colócate delante del puente y te caerá una piedra con un papel. Haz caso de lo que ponga.
Sí, lo haré -dijo con un poco de miedo.
Se fue al colegio y durante las cinco horas estuvo pensando en las instrucciones. Cuando llegó a casa calentó la comida y comió todo lo rápido que pudo, pensó que debía dejarles una carta a sus padres y eso hizo. Puso que se había ido con los amigos. Cogió la bici y se fue al parque. Estuvo media hora esperando debajo del puente pero no pasaba nada. Pensó que lo había soñado todo pero algo le dio un golpe en la pierna. ¡Era la piedra! La cogió y leyó el papelito que había atado, decía así:
“Si has llegado hasta aquí es que eres digno de ayudarme. Te diré quien soy más adelante, ahora ve hacia el campo de fútbol y rápido”
Volvió a coger la bici y se puso a pedalear, no tardó más de un minuto y cuando tocó el campo empezó a volar y se paró encima de una nube, allí había una figura. Jorge le dio la mano pero lo traspasó. Y dijo:
-¿Eres un fantasma?
-No, soy un holograma -dijo la figura.
-¿Un holograma?
-Sí, como los de Star Wars. Y ahora escucha. Unos aliens están invadiendo mi mundo y lo único que nos pude salvar es el objeto que todos los humanos tenéis, un espejo. Los aliens no pueden verse así mismos ya que les da miedo su imagen.
-Vale, te lo traeré. ¿Pero, cómo hago para volver aquí?
-Igual que antes. Y ahora corre.
Jorge llevaba veinte euros en el bolsillo, así que decidió ir a una cristalería en vez de coger el espejo de su casa. Entró en la tienda y compró un espejo de 1,70 de alto y un metro de ancho. Tuvo que dejar la bici atada en la puerta de la tienda porque no podía cogerla con el espejo. Cuando puso el primer pie dentro del campo de fútbol empezó a volar y casi se le cae el espejo pero logró cogerlo. Una vez en la nube, vio que el holograma se había convertido en una persona de verdad y le dijo:
-Gracias por salvar nuestro mundo, toma este regalo.
Le dio una caracola y dijo:
-Si alguna vez tienes algún problema sopla y yo vendré a ayudarte. Adiós
-Gracias. Adiós.
Volvió corriendo a la tienda para coger la bici. Cuando llegó a casa se volvió a mirar en el espejo, pero su reflejo no le dijo nada y el pensó:
“Y si estoy loco, y si me lo he inventado todo”.
Pero tenía una caracola en la mano, no se lo podía haber inventado y por eso guardó la caracola como un tesoro.
Pol Bartra
"UN EXTRAÑO VIAJE"
Una tarde, mientras paseaba en bicicleta por el parque, empecé a notar que esta iba cada vez más ligera hasta que no era necesario pedalear para que se moviera. Era como si una extraña fuerza se hubiera apoderado de la bicicleta. De repente, me di cuenta de cómo la bicicleta empezaba a elevarse, primero muy despacito y después algo más deprisa. En un momento estaba sobre los árboles del parque y pude ver a la gente que caminaba por entre ellos. Traté de agarrarme a la fuente para no seguir subiendo, pero fue inútil. Luego esa misma fuerza me desplazó por entre las nubes y siguió elevándome, elevándome...
Se puso todo negro y no sabía dónde estaba. De pronto empezó a haber luz cada vez más intensa hasta que pude ver dónde estaba. Era como si hubiera vuelto al parque, pero todo era distinto. El cielo era de color verde y había tres soles, uno blanco, uno amarillo y otro rojo y los tres estaban puestos en diagonal por encima de unas montañas de color violeta. Las hojas de los árboles eran de color negro y los troncos y ramas eran naranjas. Lo caminos de tierra eran de color azul celeste. La fuente era marrón y el agua que salía de ella era de color rosa. También los animales eran muy raros y de colores imposibles.
Cerca de mí pasó un pájaro que tenía las plumas, cada una de un color distinto y sin repetirse ninguno. Después vi un perro, o lo que parecía un perro. Era pequeño, de patas muy cortas, pero tenía un cuerpo muy largo. En donde tenían que estar los ojos, el perro tenía dos pequeñas bocas; en lugar de nariz, tenía un solo ojo grande y de color verde y bajo este una nariz de color rojo. ¿Y las orejas? Éstas no estaban en su sitio. Me pasé un rato observando al perro para ver donde estaban sus orejas. Después me di cuenta de que las orejas estaban pegadas a sus patas traseras, una en cada una de ellas. Pero eso no era todo, El dueño del perro también era muy raro era como un gran globo, como si solamente fuera cabeza, es decir, que el dueño del perro no tenía cuerpo; los brazos salían de donde tenían que estar las orejas y las piernas salían directamente de la barbilla. Solo tenía tres pelos sobre la cabeza, pero como si flotaran. Llevaba unas gafas muy extrañas como si los ojos estuvieran en lugar de los cristales.
Al llegar hasta donde yo estaba aquella especie de hombre, se rascó la cabeza, me miró, parpadeó; luego materializó un pañuelo en el aire, con el que limpió sus gafas que al mismo tiempo eran sus ojos, volvió a ponérselas, hizo desaparecer el pañuelo y luego dijo con una voz chirriante:
-Que chico tan raro y que artilugio tan raro monta.
Me quedé alucinado, aquel tipo tan extraño decía que el raro era yo. ¿Y él, qué?
Luego se marchó. Yo seguía pensando que aquel hombre y su perro eran la cosa más rara que había visto en mi vida. Sin embargo, cuando miré a mi alrededor, me di cuenta de que todo el mundo era igual que él y que el único diferente en ese extraño mundo era yo. Así que, de verdad el raro era yo.
Luego, la fuerza me elevó de nuevo del suelo y me llevó otra vez al parque donde había estado jugando.
Alberto Godino
"LA NOTA"
Un día estaba paseando por el parque, cuando de repente alguien me tiró una piedra envuelta en un papel.
Como no había nadie más, cogí y abrí el papel, en el ponía: AYÚDAME.
Yo, como no sabía quien me lo había tirado no le presté mucha atención y lo tiré a la papelera.
3 semanas después, a las 4:00 de la mañana, sonó el teléfono de mi casa, lo cogí y una voz femenina, triste y asustada, me dijo: AYÚDAME.
- ¿Qué?¿Quién es?- dije.
Pero ya habían colgado.
Como tenía mucho sueño tampoco le presté mucha atención y me volví a dormir.
5 días después, al entrar en casa, en todas las paredes, aparecía el siguiente mensaje pintado con sangre: AYÚDAME.
¿Esto que es?- Pensé- Ya me han dicho tres veces “Ayúdame”, será mejor que investigue- me dije.
Sabía que tenía que hacer algo, por eso investigué horas y horas.
Ese mismo sábado, en la calle, vi huellas de sangre que se dirigían a un pequeño trastero viejo, feo y muy estropeado.
Una vez dentro, me dirigí a la única habitación que tenia el trastero.
Cuando entré, vi una silla con muchas manchas de sangre, la pared estaba sucia y llena de sangre también.
Una voz, me dijo:
-Soy un espíritu, y quiero que me ayudes a conseguir una misión.
-¿Quién eres?¿Qué misión?- le dije asustada.
-Me llamo Andrea, y cuando me asesinaron tenía 15 años, la misión que tienes que conseguir es atrapar al que me asesinó.
-¿Cómo y cuándo te asesinaron?
-Venía del instituto, cuando alguien me cogió por atrás y me trajo hasta aquí, me tuvo secuestrada 2 meses y medio, pero cuando conseguí escapar, desafortunadamente, me volvió a atrapar, pero esta vez me ató a esa silla y me cortó los pies y las manos muy lentamente para sufrir más, y por eso tú debes ayudarme a encontrarlo.
-¿Pero por qué yo?
-Por una razón, que sabrás muy pronto.
-¿Qué sabes del asesino?
-Lo sé todo de él: dónde vive, cuántos años tiene, cómo se llama....
-Vale, te ayudare.
-Muchas gracias.
Yo, llamé a la policía y le di los datos que Andrea me había dado: Se llama Juan, tiene 42 años y vive en Málaga.
-Perfecto- dijo la policía.
Cuando llegamos a su casa, llamamos al timbre y como Andrea vino con nosotros, ella sabía decir si era el asesino o no.
Abrió un hombre la puerta, era bajo, con barba, moreno y pelo corto.
-Sí, es ese- dijo Andrea.
Se lo llevaron a comisaría y allí lo arrestaron. Tras el juicio, fue condenado.
-¿Porque me habías elegido a mí para hacer esto?- le dije a Andrea
-Porque sabía que me ibas a ayudar.
Juan estuvo 43 años en la cárcel. Andrea, se quedó tranquila y yo seguí con mi vida normal y corriente.
Carmen Jiménez
"MI ESPEJO HABLA"
Era en mi casa, por la mañana. Cuando me levanté, me miré al espejo como todos los días. Pero mi reflejo no era el mismo, había cambiado: en él estaba vestido, y yo en pijama; mi imagen con tenis, y yo en zapatillas; ella con coleta y yo no.
-Mmmm... aquí pasa algo raro- me pregunté.
Alcé la mano y mi imagen no, le toqué en el cristal pero ella no me tocó.
-¡Buenos días María!
-¡Ahhhh! ¿Qué tienen de buenos? ¡HABLAS, Y NO DICES LO MISMO QUE YO!
-Lo sé, ¿ahora te das cuenta?
-Pues sí.
A continuación nos pusimos a hacernos preguntas hasta que me tranquilicé un poco y llegamos a un acuerdo: no pegarme más esos sustos y no decírselo a nadie, ni a mi familia ni a mis amigos. A nadie.
-Y una cosa más, no te puedes llamar María, si no nos confundiremos. Te llamarás.... ¡Refleja!
Pasaron unas cuantas horas; ya estaba a punto de terminar la clase. Refleja no se me iba de la cabeza. Me reuní con mis amigos a la salida. Ellos hablaban de lo paranormal, lo fantástico.
-Yo sí que estoy viviendo algo fantástico .
-¿Y qué es?
-Mnnnnnnn, no lo puedo decir.
-No dices nada, porque no tienes nada.
-¡Sí que lo tengo! Es mi reflejo del espejo, ¡que tiene vida propia! ¡Oh no!, lo dije. Por favor, no se lo digáis a nadie.
Dani y Elena dudaron y dijeron que eso tendrían que verlo con sus propios ojos.
-Está bien, a las cinco, en mi casa.
Ya era la hora, llegaron y los conduje a mi cuarto.
-Aquí sólo hay un simple espejo- afirmó Elena.
-¡Te equivocas! ¡Estoy aquí!
-¡No! ¡No gritéis!
Les tapé la boca. Tardaron varios minutos en calmarse; bueno, al menos un poco, y me prometieron que no iban a gritar.
-Refleja, te presento a Dani y Elena.
-Elena y Dani, os presento a Refleja.
-No se lo digáis a nadie, es más, ya que os lo es demostrado, borrarlo de vuestra cabeza. No habéis visto nada.
Así que se marcharon y según ellos no recordarían nada, espero.
Al cabo de un mes y pico, todavía me acordaba de lo sucedido aquel día que los lleve a mi casa a enseñarle a Refleja. Lo recordaba como si fuera ayer. Estaba en el colegio y, por si acaso, les hice una pregunta:
-¿Os acordáis de aquel día que os lleve a mi cuarto y os enseñe una cosa?.
-No.- Contestaron a la par.
Y se fueron. Pero, ¿quedará algo en su memoria...?
María Ortiz
"VIAJE A DIVERLANDIA"
Un día, estaba yo dando un paseo montada en bicicleta, porque mi madre me dijo que tenía que hacer ejercicio. En la mitad del camino, me paré para descansar y vi un objeto extraño que nunca antes había visto. Era como... una especie de palanca alargada, negra, con un círculo sucio en la parte superior y que estaba pegada en un muro. Me entró tanta curiosidad que lo toqué y lo observé para descubrir lo que era, pero cuando estaba observándolo, sin querer se bajó la palanca y al hacerlo, se quitaron los ladrillos del muro y apareció una calle que nunca antes había visto.
Tras pensarlo, decidí ir a investigarla. Entré en aquella sospechosa calle y cuando estaba casi en el final de la misma, una fuerza extraña me llevó volando hasta una nube. En la nube no sabía que hacer, pero cuando pasaron las horas... ¡Descubrí un botón! y como estaba en una nube, con todo lo que había pasado, ya no tenía opción, así que lo pulsé y me caí hasta llegar a una ciudad increíblemente bella y deliciosa, se llamaba Diverlandia: las casas estaban hechas de algodón de azúcar, las puertas y las ventanas tenían caramelos alrededor, las montañas estaban hechas de chocolate, y sus cimas de chocolate blanco, también había toboganes con chocolate derretido que llevaban hasta una gran piscina tan grande como el mar, también de chocolate derretido, etc.
Tenía ganas de quedarme allí para siempre, ¡era un paraíso!, pero recordé que tenía que volver a mi casa, así que le pregunte a un señor que pasaba por allí:
-Disculpe señor, ¿cómo puedo salir de Diverlandia?-pregunté
-No lo sé, pero puedes preguntárselo a otra persona- dijo con voz de robot
Yo me quede extrañada y se lo pregunté a otra persona y me volvió a contestar lo mismo, así ocurrió unas cuantas veces hasta que ya estaba segura de que eran robots y me di cuenta de que en vez de pies tenían ruedas y de que en los puestos, en vez de bebida había aceite y en vez de comida había baterías, pilas, cables, tornillos, etc.
Caminé y caminé, hasta que encontré un templo dónde según un robot vivía su gran jefe. Entré y unas pinzas metálicas me agarraron y me pusieron en lo alto del templo. Allí se encontraba un señor, pero no tenía, ni tuercas, ni cables... ¡no era un robot!. Me acerqué y le pregunté:
-¿Por qué tienes una población de robots?-dije extrañada
-Verás, todo empezó un día... que, como nadie quería ser mi amigo, ni jugar, ni siquiera hablar conmigo, decidí hacerme un amigo robot, desde entonces es mi mejor amigo y siempre lo será.
-Pero... un robot no es un amigo de verdad- interrumpí.
-Sí que lo es, y si me permites voy a continuar... Todo el mundo se burlaba de mi porque mi único amigo era un robot y decidí construir una ciudad, pero si la hacía en una calle normal todo el mundo se burlaría de mi, así que la he hecho aquí-contestó.
-¡Oh! Pobre... pero, ¿aquí vives bien no?-dije.
-Claro que sí- contestó.
-¿Cómo puedo salir de aquí?-pregunté.
-¿Es que no te gusta este sitio?-dijo apenado.
-Claro que sí, pero tengo mi familia y mis amigos allí-contesté, segura de lo que decía.
-¿Sabes qué?¡ tienes razón, volveré contigo!- sígueme.
Me llevó hasta un pasadizo que me teletransportó hasta la calle de antes, volví a montarme en la bicicleta y regresé a casa.
Ocurrió el día 17 de marzo de 2012, por la mañana.
Estaba yo montando en bici por el parque, cuando de pronto me vi absorbido por una extraña fuerza que hacía que yo junto con la bici, me elevase en el aire como si estuviera volando. De pronto vi delante mía una especie de agujero de gusano que me tragaba. Me giré y vi que toda la gente que había en el parque salió corriendo muy asustada. Yo sentía lo mismo, pero no podía escapar de esa extraña situación.
Un rato después de que me tragara el agujero de gusano, me vi como si estuviera en un planeta de otra dimensión diferente. Era todo muy extraño, habían trozos de tierra como islas pequeñas flotando a lo lejos en el aire, gotas de la lluvia caída hace años paralizadas en el aire...
La gente era muy extraña, aunque más que extraña diría yo que no son personas, sino que parecían alienígenas o algo parecido (eran todos muy feos).
Vivían en unas casas muy extrañas, algunas eran como esos estuches que tienen dos especies de bolsillos con cremallera, otras como cilindros altísimos pero estrechos, etc.
Vi a lo lejos a una de esas “personas” escondiendo un arma dentro de una caja, que tiró después a una especie de pasadizo por el que se tiró él después.
Yo, que soy muy curioso de nacimiento, fui a tirarme por ese pasadizo, pero cuando me iba a tirar por él, vi que había que meter una contraseña que había en un panel al lado del pasadizo. Probé la típica que se suele probar primero cuando hay que meter una contraseña: 1234, y funcionó (por suerte para mí).
Cuando llegué abajo, la decoración parecía sacada de la de las guaridas de los malos en las series de dibujos o en las películas. Las paredes estaban pintadas de un color azul oscuro casi negro.
Yo me escondí detrás de una de las muchas cajas de madera que tenía al lado de la puerta. Durante más o menos una media hora, parecía que no se daba cuenta de que yo estaba allí, pero de pronto se me escapó un estornudo y esa “persona” dijo:
-¡¿Quién anda ahí?! ¡Que salga a la vista!.
Y yo, como empujado por una extraña fuerza, me vi obligado a salir de mi escondite. Intentó cogerme, pero el intento fue en vano. Salí de su “guarida” y encontré de pronto a dos policías (los reconocí porque llevaban una gorra azul y una pistola) y les dije lo de esa “persona” (suerte que hablaban mi idioma). Ellos lo arrestaron y me dijeron que él ya tenía antecedentes de robo y homicidio.
Me dieron una medalla por haber encontrado al fugitivo. De pronto cierro los ojos y una gran luz inunda mis párpados. Los abro y veo que es la lámpara de mi cuarto. Entonces dije para mí: “Jo, que rollo, con lo chula que estaba esa medalla”.
